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lunes, 20 de diciembre de 2010

"Mal de piedras", de Milena Agus




“La abuela conoció al Veterano en el otoño de 1950. Llegaba de Cagliari por primera vez al continente. Debía de tener cuarenta años, sin hijos, porque su mal de piedras siempre la hacía abortar en los primeros meses. Y así fue que, equipada con el abrigo liso, los zapatos altos de cordón y la maleta de cuando el marido llegara refugiado a la villa, la mandaron al balneario para curarse.”
Así comienza la novela que voy a comentar hoy. En mi último post mencionaba cuatro novelas que iban a aparecer por aquí en las próximas fechas, y esta es una de ellas, “Mal de piedras”, de Milena Agus, que como dije en aquel momento es una de las novedades narrativas publicadas en gallego por FaktoriaK y en castellano en la editorial Siruela. La traducción al castellano fue hecha por Celia Filipetto y la correspondiente al gallego por Carlos Acevedo. Es una novela corta, pero su breve extensión esconde una historia intensa, triste y optimista a la vez y que consigue que el lector disfrute de la lectura en cada palabra, nada sobra, no hay nada anecdótico, nada de más, aun diría que uno se queda con ganas de saber más cosas de la vida de la abuela de la joven que nos cuenta la historia. No conocía de nada a esta autora, pero cuando me llegó la información de este edición curioseé algo por ahí para saber quién era, qué escribiera y algunos datos más como base para hacer este comentario. Y descubrí que es una novelista muy conocida en Italia, traducida a varios idiomas y con buenas ventas y críticas en gran parte de Europa.

Milena Agus es una autora nacida en Génova, Italia, en 1959. Trabaja como profesora de Lengua e Historia en un instituto de Formación Profesional. Su primera novela fue “Mentre dorme il pescecane” en el año 2005, antes había escrito algo de poesía, pero la que le dio reconocimiento internacional es la comentada hoy, “Mal de piedras”, que tuvo una mención especial en el Premio Junturas 2006 además de ganar el Premio Elsa Morente de ese mismo año. Otras novelas son “Las alas de mi padre” (2008) y la última por el momento es “La imperfección del amor” (2010). Uno de los elementos centrales de sus novelas es Cerdeña, la tierra natal de su madre, un lugar mitificado que aparece incluso en ocasiones como un personaje más y no solo como un marco para desarrollar la historia. Su obra mezcla normalmente realidad y ficción, con una importante presencia del mundo onírico y un estilo sencillo al mismo tiempo que intenso. Es una novelista que generó una cierta polémica con unas declaraciones en las que decía que los escritores eran todos unos pobres desgraciados, con graves problemas y que la escritura era una especie de terapia que les permitía vivir. Ella se consideraba una persona normal, pero en su entorno comenzaron a hacerle notar su locura, para “curarse” dice que escribió “Mal de piedras”, una especie de medicina para poder llevar una vida normal. Ve la vida del escritor como una especie de desgracia que los lleva a tener que escribir para poder salir de esa situación. Como poco podemos decir que es una personal algo especial, que lleva una vida solitaria, entre la escritura, sus clases y las actividades como ama de casa. Está divorciada, tiene un hijo que trabaja como pianista de jazz en París y dice de ella misma que es una persona sencilla, con una mirada profunda y triste que solo parece emocionarse cuando habla de su novela.

La novela trata de la vida de una abuela contada por su nieta. Una historia triste por un lado y con ciertos momentos de optimismo por otros. Es evidente que la vida de la joven quedó muy marcada por la vida de esa abuela un tanto especial por muchas cosas. Una abuela que como dice la autora en una entrevista “no tiene todas las ruedecitas del cerebro en su sitio”, que sería la expresión italiana para el nuestro “le falta un tornillo”. Una mujer que ahuyenta al amor, una frase que la define perfectamente, obsesionada por encontrar el amor ideal pero que parece que nunca le va a llegar. El amor es un antídoto para la infelicidad, pero parece que la protagonista no tiene derecho a encontrarlo. Su vida se centra en encontrar ese amor. La abuela, una mujer que nace y vive casi toda su vida en Cerdeña, que solo sale para tratarse su “mal de piedras” en un balneario y para visitar en otra ocasión a sus parientes en Milán e intentar encontrar, de paso, algo más. Es una mujer romántica, llena de ilusiones y de amor y, al mismo tiempo, de tristeza y desesperanza. La familia la va a obligar a casarse con un hombre al que no quiere, un hombre que tendrá que aceptarla para pagar unas deudas con la familia de ella. Su vida con él puede resumirse, sobre todo al principio, con la frase que se dicen por las noches cuando en la cama cada uno se pone en su lado y con cuidado de no tocarse: “Buenas noches” y el otro contesta “Igualmente”. Pero el viaje al balneario para curar su enfermedad, que le impide entre otras cosas tener hijos, va a convertirse en el lugar donde encontrará ese amor inesperado y, sobre todo, deseado. Es la historia de una mujer que marcará profundamente a todos los que estuvieron a su alrededor, pero sobre todo a la nieta que nos cuenta su vida. Una nieta que vivió con ella mucho tiempo debido sobre todo al trabajo de su padre y que hizo que también fuera poco a poco descubriendo un mundo nuevo y distinto gracias a ella. El giro final que tiene la historia aún le da más fascinación a una historia maravillosa.

Me gustaría contar algunas cosas más, pero es una novela corta, de poco más de cien páginas que se disfruta desde el principio hasta el final, sí que lo mejor es leerla para conocer mejor a esta mujer. Es una novela que hace que el lector goce en dos sentidos. Por un lado de la propia historia de esta mujer y las cosas que le van pasando, cómo va afrontando su vida, su matrimonio y el encuentro con ese amor tan deseado en la figura del Veterano que encuentra en el balneario. Por otro lado por cómo está contada, con un estilo que parece sencillo pero que esconde una gran intensidad y, sobre todo, sensibilidad y pasión. Creo imposible que cuando lleguéis al final no aparezca en vuestras caras una ligera sonrisa entre triste y alegre. En estas pocas páginas se concentra una historia que os va a decir muchas más cosas de lo que parece, porque además no es solo el personaje de la abuela, todos los que aparecen en la historia tienen mucho que decir y aportar. Desde la otra abuela de la joven que cuenta la historia, el marido de la abuela, sus padres y familiares, no hay uno solo que no nos vaya a decir algo. Por un lado me dio algo de pena que fuera tan cortita, como dije antes me gustaría saber más algo más de la vida de esta italiana soñadora, pero por otro es evidente que la intensidad que tiene la historia podría perderse si nos contara más, quizá es mejor dejarlo a la imaginación del lector. Es esa brevedad la que le da tanta intensidad a lo que estamos leyendo, además de delicadeza, un viaje a una historia que está a caballo entre la más dura realidad y el mundo maravilloso de los sueños en el que casi todo es posible. Lo mejor que podemos aprender de ella es que en esta vida casi todo es posible y que lo mejor que podemos hacer es no dejar que la realidad hunda nuestros sueños, porque a veces, es lo único y lo mejor que tenemos.

De verdad que la recomiendo, y pienso que, a pesar de su brevedad, es una novela para leer con calma, gozando de cada palabra, de cada frase y de cada situación, imaginando a esa mujer y las cosas que le pasan en su vida, llena de cosas alegres algunas y tristes muchas de ellas, pero que nunca va a dejar de perseguir aquello que realmente quiere. Tenéis que leerla para descubrir ese mundo de la mujer que ahuyentaba al amor, pero no dejaba de buscarlo.

2 comentarios:

  1. El libro de Milena Agus 'Mal de piedras' fue traducido del italiano por Celia Filipetto.
    Sería interesante que se mencionaran los nombres de los traductores cuando se habla de libros traducidos. Marta Pérez

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  2. Marta, tienes razón, también hay que reconocer la labor de los traductores, así que he corregido el comentario añadiendo sus nombres. Un saludo

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